domingo, 27 de enero de 2008

Como prosperar en este Nuevo Año

Josué 1, Mateo 7:24-27

La frase “Prospero Año Nuevo” se ha convertido en un lugar común para desearle a la gente toda clase de buenos deseos para el año que comienza. Es un “cliché”, una idea o expresión demasiado repetida o formulada en este tiempo que no específica claramente qué se entiende por ‘prospero’, cada quien la toma dependiendo de sus diferentes y diversas necesidades. Por ejemplo, para alguien que pasó contratiempos económicos en el año que terminó, prospero puede significar abundancia en términos monetarios. Por otra parte, para quien sufrió enfermedades, prospero quizá indique salud o sanidad. Para aquél o aquélla que tuvieron reveses amorosos o sentimentales, prospero señala éxito amoroso, etcétera.

Pero, ya que los cristianos nos dejamos conducir por lo que la Biblia como Palabra de Dios nos indica, ¿qué significa prospero, bíblicamente hablando? ¿De dónde viene la prosperidad para el creyente? Trataremos de responder a estas cuestiones en el sermón de esta tarde. Oremos pidiendo dirección divina...

El año nuevo es una etapa novedosa en nuestra vida porque no sabemos qué habrá de venir en este nuevo año, prácticamente estamos con una “agenda” blanca entre nuestras manos, listos para empezar a escribirla. “La palabra agenda viene del latín ‘agere’: actuar, conducir, hacer, dirigir, protagonista” (R. Bulmes). El año nuevo nos presenta novedad, nuevos retos y desafíos. En el relato bíblico que acabamos de leer esta mañana encontramos algo similar. El pueblo de Israel se encontraba en una nueva etapa histórica en su largo peregrinar por el desierto. Como Moisés, el año viejo ha muerto (Jos 1:1-2a), con él, han quedado en el pasado éxitos y fracasos, derrotas y triunfos; sin embargo, es hora de asumir nuevos desafíos planteados por Dios, retos que quizá no pudieron concretizarse (v. 2b), finalmente las promesas divinas de antaño siguen en pie (vv.3-4). Entonces…

1.- Para prosperar necesitamos dejar el pasado atrás
El primer mes de enero en inglés (january) toma su nombre del dios romano Jano (lat. Janus). En la mitología romana Janus era un dios que tenía dos caras, una mirando hacía el pasado y la otra hacia el futuro.

Jano era el dios de las puertas, los comienzos y los finales. Por eso le fue consagrado el primer mes del año (que en español pasó del latín Ianuarius a Janeiro y Janero y de ahí derivó a Enero). Su representación habitual es bifronte, esto es, con las dos caras mirando en sentidos opuestos. Es el dios de los cambios y las transiciones, de los momentos en los que se traspasa el umbral que separa el pasado y el futuro. Su principal templo en el Foro Romano tenía puertas que daban al este y al oeste, hacia el principio y el final del día, y entre ellas se situaba su estatua, con dos caras, cada una mirando en sentidos opuestos. En todos los hogares se le dirigía la plegaria matutina, y en cualquier tarea doméstica se buscaba su asistencia. Como dios de los comienzos, se lo invocaba públicamente el primer día de enero (Ianuarius), el mes que derivó de su nombre porque inicia el nuevo año. Se lo invocaba también al comenzar una guerra, y mientras ésta durara, las puertas de su templo permanecían siempre abiertas; cuando Roma estaba en paz, las puertas se cerraban. Jano no tiene equivalente en la mitología griega, pero según los romanos, este dios aseguraba buenos finales.[1]


Lo que queremos asegurar ahora, sin embargo, es un buen principio de año, para ello, la Biblia nos demanda dejar atrás el pasado que no nos permite seguir adelante para “prosperar” aquí y ahora. El libro de Josué se abre diciendo que Moisés había muerto, estaba atrás, se encontraba en el pasado. Ahora tocaba a la nueva generación responder en ese nuevo tiempo al llamado de Dios (1:1-2). El apóstol Pablo nos llama en Fil 3:12-14, a olvidar “ciertamente lo que queda atrás” y extendernos “a lo que está delante”. Para tener éxito en el año que comienza debemos dejar atrás el pasado, tanto triunfos como derrotas para que no se conviertan en un pesado lastre. Janus no debe dirigir nuestra vida.

2.- Para prosperar necesitamos valor y esfuerzo
Dios promete estar con nosotros, así como estuvo con Moisés, el Señor también acompañaría a Josué (Jos 1:5). Él promete estar también con nosotros hoy, Jesús así lo prometió en Mt 28:20b. ¡Él está con nosotros ‘todos los días’, no sólo en ciertos días especiales! Eso debe alentarnos para afrontar con paso firme el año que recién comienza poniendo bajo la mano paternal de Dios nuestros más altos anhelos. Dios le dice a Josué “esfuérzate y sé valiente”, sé fuerte, ten valor, anímate porque tú repartirás... ¿Yo Señor? ¡Pregúntate qué quiere hoy el Señor de ti! Dios no se cansa de repetirle a José que debe esforzarse y ser valiente, sin tener temor, sin desanimarse, sin claudicar, porque Dios necesita hombres y mujeres de valor. Pero Dios exige todo esto porque no sólo ha prometido estar con nosotros todos los días de nuestra vida sino también acompañarnos donde quiera que vayamos (Jos 1:9). Cuando Josué fue investido como líder del pueblo de Israel, Dios le demando el mismo valor y esfuerzo, a él y al pueblo de Israel (Dt 31:6-7, 23). El presbiteriano Theodore Roosevelt, vigésimo sexto presidente de EEUU, dijo una vez: “Lo único que debemos temer es al miedo mismo”. Este punto sobre el valor y la firmeza nos conecta con el siguiente aspecto.

3.- Para prosperar necesitamos la dirección divina
Para vivir conforme a la Palabra de Dios se necesita “mucho valor y firmeza” (1:7). Sí, pero sólo viviendo bajo la dirección de la Palabra es que podemos tener éxito y prosperidad: “para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas… porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien” (vv. 7-8). La dirección divina está en la escucha atenta de la Palabra de Dios. El libro de Josué inicia no sólo anunciando la muerte de Moisés sino también diciendo “que Jehová habló a Josué hijo de Nun… diciendo… levántate”. ¡Dios nos llama también esta tarde! ¡Dios nos conmina a la acción! ¡Dios nos incentiva a asumirnos como sus colaboradores en la misión divina! Dios quiere prosperarnos haciendo que estemos atentos a su voz, a su palabra al igual que Josué. El salmo uno dice: “Bienaventurado… (feliz, dichoso) sino que en la ley de Jehová está su delicia y en ella medita de día y de noche… y ‘todo lo que hace, prosperara’” (vv. 1-3). La Palabra de Dios es la roca más sólida sobre la que podremos construir una vida de éxito y triunfo a través de Jesucristo, el Hijo de Dios. Así lo enseñó el mismo Jesús en Mt 7:24ss.

4.- Para prosperar necesitamos el apoyo mutuo
Si vamos a ser prosperados como individuos, no es menos cierto que Dios quiere prosperarnos como Iglesia San Pablo. Dios quiere que caminemos juntos, que adoremos juntos, que oremos juntos, que luchemos juntos y que tengamos éxito juntos (Jos 1:12-14). Como siervos y siervas de Dios necesitamos apoyo y cuidado mutuo, la bendición para San Pablo vendrá en comunidad, vendrá en conjunto o no vendrá. Todos debemos llegar a la “unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios” (Ef 4:13). Como podemos ver nadie debe sentirse excluido, nadie puede quedarse atrás porque cada miembro tiene su propio rol, su propia actividad en San Pablo (Ef 4:15-16).

5.- Para prosperar necesitamos ser obedientes
No sólo hay que estar atentos a la escucha de la Palabra, también al liderazgo puesto por Dios. Después de que Josué conmina a los rubenitas, los gaditas y los de Manasés a asumir su parte en la conquista de la tierra prometida, éstos responden en obediencia (Jos 1:16). He aquí algunos aspectos que pueden ayudarnos a tener prosperidad de parte de Dios para este año que recién está comenzando. Quiera Dios bendecirnos más, todavía más…

Pbro. Emmanuel Flores-Rojas, 060108.

[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Jano

No hay comentarios: