sábado, 14 de marzo de 2009

LA VERDAD SOBRE DIOS

Isaías 40:12-31
Pbro. Emmanuel Flores-Rojas.
INTRODUCCIÓN:
Las águilas siempre buscan las alturas, ellas vuelan a unos 1800 metros sobre el nivel del mar, construyen su nido muy alto. Hacen de su nido un hogar permanente y lo renuevan constantemente al llevar al mismo nuevas ramas. En la calidez de su nido instruye a sus aguiluchos, hasta que éstos pueden volar por sí mismos. Lo más sorprendente de las águilas es que saben reconocer sus signos vitales de envejecimiento y entonces, inician el proceso más trascendental de su existencia. Cuando las águilas tienen unos 40 años, van perdiendo paulatinamente sus fuerzas para volar en las alturas porque sus viejas plumas se vuelven pesadas, su pico se encorva en dirección a su pecho impidiéndoles comer bien y sus garras se vuelven muy apretadas por lo que no pueden sostener a sus presas.

Sabe que es el momento de renovarse o morir. Asume el control de su sobrevivencia, y regresa a su viejo nido, donde empieza un doloroso proceso de renovación y “rejuvenecimiento” que será vital para su supervivencia. La crisis durará alrededor de 5 meses. En este período golpea una y otra vez su pico contra una piedra, hasta que se le desprende y espera a que le salga uno nuevo. Con el pico renovado empieza a quitarse las viejas garras y espera a que salgan las nuevas. Después con pico y garras nuevas, empezará a quitarse sus pesadas y viejas alas. Así esperará hasta que las nuevas alas le salgan y entonces podrá remontarse nuevamente por las alturas, por un período de unos 30 años más.
DESARROLLO:
El profeta en el que basaremos la predicación de esta tarde, es conocido como el Segundo Isaías o Deutero-Isaías (cap. 40-55), a él le tocó predicar a los exiliados entre los años 550 y 539 a.C., al final del período del Destierro en Babilonia. Entre los años 598 y 583, Nabucodonosor, después de conquistar Jerusalén, había deportado a unos 20000 judíos a Babilonia.

La situación en Babilonia era desesperante porque el pueblo creía que Dios los había castigado y además, abandonado. En medio de su dolor no entendían los planes soberanos de Dios; al ver toda la parafernalia de la religión babilónica con sus grandes templos y tantos Dioses, llegaron a pensar que Dios ya no se acordaba ni se interesaba en ellos: “Israel, pueblo de Jacob, ¿por qué te quejas? ¿Por qué dices: ‘El Señor no se da cuenta de mi situación; Dios no se interesa por mí’?” (40:27).
Se sentían huérfanos, frustrados, olvidados y desamparados en tierra extranjera:
1 Sentados junto a los ríos de Babilonia,
llorábamos al acordarnos de Sión.
2 En los álamos que hay en la ciudad colgábamos nuestras arpas.
3 Allí, los que nos habían llevado cautivos,
los que todo nos lo habían arrebatado,
nos pedían que cantáramos con alegría;
¡que les cantáramos canciones de Sión!
(Salmo 137:1-3).

Los israelitas habían quedado impresionados ante el culto pagano que los babilonios ofrecían a sus divinidades. En la mentalidad de ese tiempo, se creía que el Dios del pueblo vencedor era superior al Dios del pueblo vencido. Muchos israelitas se dejaron seducir por tal idea y llegaron a pensar que Yahvéh su Dios, había sucumbido ante Marduc, el Dios supremo de los babilonios.

Es entonces cuando entra en escena el profeta Deutero-Isaías y proclama que Yahvéh, el Dios de los hebreos, no sólo no los había abandonado sino que era finalmente, el único Dios supremo e incomparable. Por ello, el profeta con un poema hermoso, evoca la grandeza inigualable del Dios de Israel. Lanza una serie de preguntas que van describiendo el poder excepcional de Yahvéh. La interrogante clave es ¿Quién…? Babilonia que era considerada la gran potencia militar y económica de ese tiempo, es como nada delante de Dios (40:15,17). Los “grandes hombres” de ese tiempo, que los estaban oprimiendo, también eran nada delante del Señor (vv. 23-24). Si los israelitas consideraban que lo que los caldeos gastaban en el culto a sus dioses era extraordinario, Dios les contesta diciendo que para Él, ni todos los árboles ni animales del bosque del Líbano, serían suficientes para ofrecerle un holocausto digno de su poder y deidad (40:16).
Dios a continuación, interroga a su pueblo con las siguientes preguntas (vv. 18, 25):
18¿Con quién van ustedes a comparar a Dios?
¿Con qué imagen van a representarlo?
25El Dios Santo pregunta:
“¿Con quién me van a comparar ustedes?
¿Quién puede ser igual a mí?”
Lo que los babilonios consideraban como Dioses no eran sino simples ídolos, que ellos mismos habían formado y fabricado a su ‘imagen y semejanza’:
19 Un escultor funde una estatua,
y un joyero la recubre de oro
y le hace cadenas de plata.
20 El que fabrica una estatua
escoge madera que no se pudra,
y busca un hábil artesano
que la afirme, para que no se caiga.
Pero los israelitas en medio de su desánimo y desesperación, no estaban viendo en el lugar correcto, estaban mirando donde no debían y buscaban respuestas donde no las encontrarían. De ahí que Dios les diga que levanten sus ojos al cielo y observen bien:
26 Levanten los ojos al cielo y miren:
¿Quién creó todo eso?
El que los distribuye uno por uno
y a todos llama por su nombre.
Tan grande es su poder y su fuerza
que ninguno de ellos falta.
En las crisis hay que enfocar bien nuestra vista, Dios nos llama a mirarlo, nos invita a volvernos a Él. Jesucristo no se quedó colgado en la cruz ni permaneció en el sepulcro, él no está abatido ni derribado, sino que se encuentra arriba de nosotros, por tanto, exaltado en la “majestad de las alturas”. Cristo vive y reina para siempre, enfoquemos nuestra mirada en Él solo (Col 3:1-3).
1Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra, 3porque habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
Dios seguirá obrando con poder, como al principio de la Creación, más aún, Él esforzará y dotará de nuevo vigor a su pueblo apesadumbrado. Esta es su Palabra para nosotros hoy:
28 ¿Acaso no lo sabes? ¿No lo has oído?
El Señor, el Dios eterno,
el creador del mundo entero,
no se fatiga ni se cansa;
su inteligencia es infinita.
29 Él da fuerzas al cansado,
y al débil le aumenta su vigor.
30 Hasta los jóvenes pueden cansarse y fatigarse,
hasta los más fuertes llegan a caer,
31 pero los que confían en el Señor
tendrán siempre nuevas fuerzas
y podrán volar como las águilas;
podrán correr sin cansarse
y caminar sin fatigarse.
CONCLUSIÓN:
El salmo 103:5 dice así: “El que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila”. ¡Dios nos renueva! ¡Dios nos llama al cambio! ¡Dios quiere recrearnos! ¡Dios desea que volemos como las águilas! ¡Dios puede restaurarnos! Este es el Dios que deben compartir esta semana en cada célula, hablen de la grandeza del Dios que adoramos, del Dios que predicamos aquí. Amén.
SAN PABLO
15/03/09