lunes, 28 de abril de 2008

¡GUERRA, GUERRA SIN TREGUA!


AT: Josué 5:13-15; NT: 2 Tim. 2:1-13

Introducción:

Era el 13 de mayo de 1940, hacía apenas un año que la Segunda Guerra Mundial acababa de comenzar entre la Alemania nazi y la coalición franco-inglesa. El recién nombrado primer ministro de Gran Bretaña, Winston Churchil, se dirigía a la Cámara de los Comunes en los siguientes términos: “Se preguntan: ‘¿Qué es lo que buscamos?’ Les puedo responder con una palabra: la victoria, la victoria a cualquier precio, la victoria a pesar de todo el terror, por arduo y largo que pueda ser el camino que conduce a ella: ya que sin la victoria no hay sobrevivencia. […] No tengo nada que ofrecer más que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”.[1]

Desarrollo:

1. Dios el guerrero:

¡El Dios de la Biblia es un Gran Guerrero! Jehová de los ejércitos es su Nombre (Sal 46:7). Nosotros sus siervos somos sus soldados, somos su ejército, como dice el salmista Él esté con nosotros. Él es el Comandante Supremo, el Comandante en Jefe, el Dios de los escuadrones de Israel. Como hemos leído, cuando Josué y el pueblo de Israel se encontraban a la entrada de la gran fortaleza de Jericó, aquel primer bastión enemigo que había que derrotar, el comandante del ejército del Señor se apersonó delante de él con la espada desenvainada, señal de que estaba listo para conducir al pueblo de Israel a la guerra. Josué sin saber quién era, le inquiere diciendo: “¿Es usted de los nuestros, o del enemigo? -¡De ninguno! –respondió-. Me presento ante ti como comandante del ejército del Señor (Jos 5:13-14, NVI).

Tanto Josué como el pueblo de Israel deben conocer su posición estratégica; cuándo Josué interroga sobre la identidad de aquél extraño, éste le responde que no es de ellos ni de los otros, porque no es que Dios esté del lado de los israelitas, sino que ellos tienen que pelear las batallas de su Dios. Desde el cielo, Dios mismo como comandante de sus ejércitos, se presencializa para conducir la batalla en la tierra. Él toma en sus propias manos las riendas de la situación. Su pueblo va a pelear pero no lo hará sólo, porque Dios los está acompañando y dirigiendo, él viene a dar órdenes precisas de lo que debe hacerse para conquistar al enemigo (Jos 6:2-5).

Por eso, es que Josué al saber la identidad de aquel ángel, se postra sobre su rostro, le adora y le pide instrucciones: “¿Qué dice mi Señor a su siervo?” (Jos 5:14b). Lo primero que le exige es santidad: “Quita el calzado de tus pies…”. Esa orden es idéntica a la que Moisés recibe frente a la zarza ardiente (Ex 3:5). Esto es así, porque “Jehová de los ejércitos” es el Dios tres veces Santo (Is 6:3).

2. Estamos en guerra:

En San Pablo estamos en guerra, sí, estamos enfrascados en una gran batalla, del cómo libremos esta guerra dependerá la sobrevivencia de nuestra amada Iglesia. En este 2008 celebraremos 25 años de la existencia de San Pablo y nos encontramos en medio de una cruenta batalla. El camino que tenemos por delante no es fácil. Debemos saber que nuestra batalla no es contra seres humanos de carne y hueso como los que enfrentaron Josué, el pueblo de Israel y David, sino contra Satanás mismo y sus huestes espirituales de maldad (Ef 6:12). La naturaleza de esta batalla es espiritual, y tiene que combatirse espiritualmente en el nombre del Dios Todopoderoso. La batalla no es entre nosotros como hermanos en San Pablo, sino en contra de Sátanas, nuestro enemigo común. Es una guerra contra los poderes de las tinieblas. Cuando David enfrenta a Goliat lo hace en el nombre del Dios Todopoderoso (1 Sm 17:45-46). ¡Está guerra sin tregua, necesita soldados como David!

3. La guerra requiere buenos soldados:

Nosotros somos soldados de Jesucristo, él es nuestro Capitán. El apóstol Pablo nos invita a sumarnos a la lucha que hay que librar contra los poderes de las tinieblas (2 Tim 2:3-4). Pablo dice: “sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo”. Nosotros como creyentes podemos escoger entre ser buenos o malos soldados, no hay términos medios. ¿Qué clase de soldados somos? A continuación daré una lista de aquellos que son malos soldados:

a) Soldados sin compañía: a los que les gusta pelear solos, son egoístas y no les importa el compañerismo, no saben que “mejor son dos que uno” (Ec 4:9).

b) Soldados que no tienen cuartel: no les agrada venir a la Iglesia o lo hacen esporádicamente, porque tienen cosas “más importantes” que hacer, o andan del tingo al tango, visitando iglesias diferentes cada domingo, son cristianos golondrinos. Son aquellos que dejan de congregarse en la Iglesia deliberadamente (Hb 10:25).

c) Soldados sin ejercitarse en la fe: como no vienen al Cuartel General (la Iglesia) a escuchar las instrucciones del Señor (el Comandante) para la batalla, están sin guía ni dirección (Ef 6:16).

d) Soldados a los que no les gusta la guerra: la evitan a cualquier precio, no quieren problemas ni compromisos con el Señor. Pablo dice: “Ninguno que milita…” La VP traduce: “Ningún soldado en servicio activo se enreda en los asuntos de la vida civil, porque tiene que agradar a su superior” (2 Tim 2:4). En 1 Tim 6:12 dice: “Pelea la buena batalla de la fe…” y en 2 Tim 4:7 escribe al final de sus días: “He peleado la buena batalla…”.

e) Soldados que no tienen o no usan uniforme: no les gusta identificarse como tales, son cristianos de domingo (Ef 6:11, 13).

f) Soldados sin sujeción: no quieren someterse a las órdenes de Dios y menos al pastor y líderes de la Iglesia (1 P 5:6-7).

g) Soldados sin armas: no tienen tiempo para orar y menos para leer la Biblia cotidianamente (Ef 6:17,18). Así se encuentran débiles y diezmados frente al enemigo.

Hace un momento decía que en San Pablo estamos en guerra, hay que luchar contra la apatía, la indiferencia, la falta de compromiso, las críticas, los rumores, la flojera, hay que luchar contra los malos soldados. ¡Somos soldados de Jesucristo! ¡Seamos entonces: buenos soldados de Jesucristo!

Pbro. Emmanuel Flores-Rojas, 27/04/07.


[1] Talbott, Frederick, Pensamientos de Winston Churchil sobre el valor, Panorama, México, D. F., 1999, pp. 65-66.

domingo, 20 de abril de 2008

NUEVAS FUERZAS EN LA DESOLACIÓN



JUECES 16:23-31; HEBREOS 11:32-40

Introducción:

Se llama Dana Abdul-Razzaq, tiene 21 años y es iraquí, vive en un país agobiado por la violencia, desolado y destruido por la guerra. Ella es una de los 5 atletas iraquíes que irán a Pekín para participar de los juegos olímpicos. En el periódico apareció una nota titulada “Rumbo a Pekín a través de las balas”. Ahí entre otras cosas se comenta: “La velocista iraquí Dana Abdul Razzaq supera adversidades en la violencia de Bagdad”.

Bagdad, 14 de abril. La velocista iraquí Dana Abdul-Razzaq ha eludido balas para dedicarse a su amor por correr, en su determinación por llegar a ser la única mujer de su país en participar en los Juegos Olímpicos de Pekín.

Pocos atletas se han topado con los obstáculos que la corredora, de 21 años, ha superado: desde la amenaza de un francotirador hasta la penuria de encontrar instalaciones de entrenamiento adecuadas y la oposición religiosa y cultural que padecen las atletas.

“Me encanta correr; tengo el deseo de practicar y soy ambiciosa a pesar de todos los problemas a los que me enfrento”, comentó en el desmoronado estadio Shaab de Bagdad.

“Se supone que debería tener un masajista, sufro espasmos musculares cada día. Un doctor debería darme un programa nutritivo específico. Me siento mareada ahora, dado lo arduo de mi entrenamiento y porque no sigo una dieta específica”, comentó.

Las autoridades iraquíes de atletismo no han puesto gimnasios a su disposición, de modo que la velocista a menudo paga de su bolsillo para usar gimnasios públicos para los entrenamientos con pesas que necesita.

“Estoy limitada por todos lados”, dice.[1]

Desarrollo:

La Biblia está llena de hombres y mujeres como Dana, que “sacaron fuerzas de debilidad” o de flaqueza y en medio de las adversidades más terribles de la vida (Heb 11:34). Uno de esos hombres –por paradójico que parezca- es Sansón, el hombre fuerte. Él debió brillar como el mismísimo sol, porque su nombre viene del hebreo Shemesh, que significa sol. Cerca de donde nació Sansón (a 3 km al Sur de Zora) existía una ciudad dedicada al sol: Betsemes, Casa del sol (cfr., 1 Sm 6:12-21).

La vida de Sansón pudo resplandecer con mucha intensidad, porque Dios lo consagró desde el vientre de su madre para ser un nazareo. Su vida debió ser grandiosa, porque todo en él deparaba grandes cosas. Miremos por qué:

1. En primer lugar, porque su nacimiento fue milagroso. El relato bíblico dice que su madre "era estéril y nunca había tenido hijos" (Jc 13:2). Pero Dios le prometió: "concebirás y darás a luz un hijo" (13:3). ¡Sansón fue un regalo extraordinario del cielo! ¡Su nacimiento fue fruto de una promesa divina! Con esto, Sansón se coloca en la misma línea que el profeta Jeremías, quién fue consagrado desde el vientre de su madre (Jr 1:5). Sansón también fue consagrado por Dios desde el vientre de su madre (13:4-5). Sansón fue “predestinado” por Dios para ser grandioso.

2. En segundo lugar, porque Dios envió a su ángel a anunciar su nacimiento, el "ángel de Jehová" se le apareció a la esposa de Manoa, futura madre de Sansón (13:3, 9ss). Su nacimiento es "anunciado" del mismo modo que el nacimiento de Jesús (Mt 1:18ss; Lc 1:26ss).

3. Finalmente, porque el "Espíritu de Jehová" se manifestó en él con poder (13:25). Esto es significativo, porque en el AT muy pocas eran las personas sobre las que se manifestaba el Espíritu de Dios, como por ejemplo, los sacerdotes, los profetas y los reyes. No todos tenían el Espíritu, sino unos cuantos "escogidos". ¡Y Sansón estuvo entre ellos!

Por estas tres razones, y otras más, la vida de Sansón debió ser maravillosa; pero al llegar al final de su vida -como acabamos de leer-, pareciera que la existencia de Sansón no terminó en la forma tan extraordinaria como había comenzado. Por eso, es importante que aquí hablemos de: ¡las debilidades de un hombre demasiado fuerte! La vida de Sansón está llena de contrariedades y contradicciones, él "es fuerte como un gigante y débil como un niño, seduce a las mujeres y éstas le engañan, juega malas pasadas a los filisteos, pero no libera de ellos al país" (Biblia de Jerusalén).

¿Cuál era la principal debilidad de este hombre fuerte?

Una rápida mirada a la vida de Sansón nos va a decir cuál era la gran debilidad de Sansón y hacia donde lo llevó esa debilidad. Como veremos, ¡hay debilidades que matan! El relato bíblico remarca una y otra vez, que a Sansón le gustaba mirar (14:1-2; 16:1; 16:4). ¿Mirar qué? ¡Mirar mujeres! Quizá por eso, una de las primeras acciones de los filisteos al aprehenderlo fue sacarle los ojos (16:21). El problema en la vida de Sansón es su gusto por las mujeres extranjeras o "filisteas". Ellas fueron causa de su ruina. A causa del amor de esas mujeres, Sansón se metió en muchos problemas y finalmente perdió completamente todas sus fuerzas, y todo el extraordinario poder espiritual que le acompañaba.

El problema que Sansón enfrentó es el mismo que muchos jóvenes y señoritas de nuestras iglesias enfrentan en la actualidad. Al igual que nuestro "hombre fuerte", ellos se involucran sentimentalmente con la persona inadecuada, con el hombre o mujer no apto para ellas/ellos. Sansón decide involucrarse sentimentalmente con mujeres ajenas a su fe, a su Dios, a su pueblo. Esas decisiones le trajeron severas derrotas en el ámbito no sólo sentimental sino en la forma como él enfrentaba la defensa de su pueblo frente a los filisteos. La primera vez, sus padres lo persuaden a no enamorarse de alguien ajena a la fe israelita (14:2-3) A pesar de las advertencias de sus progenitores, él sigue en su empecinamiento.


¿Qué consecuencias trajo todo esto? Hay que notar que ¡Sansón fue infiel a Dios y como consecuencia de ellos, las mujeres de las que se enamoró perdidamente le fueron infieles! La primera mujer con la que se involucra Sansón es anónima, sólo sabemos que era de la aldea de Timnat, no conocemos su nombre pero si sus acciones, y también sus traiciones. En contubernio con los enemigos de Sansón, ella lo persuade a que le revele el enigma que Sansón les había formulado a los filisteos (14:15-17). Vean el uso del lenguaje manipulador: "Induce a tu marido"; "no me amas"; "ella lloraba"; "le presionaba"; etc. ¿Dónde hemos escuchado esas expresiones?

Pero la vida de Sansón no es sino un reflejo de las infidelidades del pueblo de Israel. Su vida es paradigmática. Así como el pueblo de Israel y la ciudad de Jerusalén se habían prostituido tras dioses ajenos y falsos (Ezequiel 16:14-19), Sansón tampoco se mantiene puro para su Señor (Jc 16:1), como consecuencia de ello, es reducido a un simple bocado de pan (Pr 6:24-26). Las mujeres inapropiadas con las cuales se involucra Sansón, “cazan” su preciosa alma. Así le sucede con la última mujer con la que se involucra, Dalila (Jc 16:4-6). La mujer es usada por los enemigos de Sansón para destruirlo, le ofrecen pagar una fuerte suma de dinero por su “preciosa alma”. Sansón no se ha dado cuenta que está jugando con fuego, no ha notado que el Dios de la Biblia dice: “No tentaras al Señor tu Dios”. Dalila insiste una y otra vez para que Sansón le descubra el origen de su gran fuerza (Jc 16:10, 13, 15-17). El final del versículo 17 es muy interesante: “me debilitaré y seré como todos los hombres”. ¡Dios quería algo muy diferente para Sansón, Dios no quiso que Sansón fuera como todos los hombres, sino el hombre más extraordinario de todos!

Pero Sansón buscó su propia ruina, juega con fuego y piensa que a él no le pasara nada, subestima a Dios y desprecia el don que Dios le concedió. Sansón dice “esta vez saldré como las otras y me escaparé”. Nosotros, muchas veces pensamos así. Pero el texto bíblico añade: “Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él” (Jc 16:20-21). ¡Qué cosa más tremenda!

Con este telón de fondo, llegamos al final de la vida de Sansón. Las malas decisiones que toma a través de su vida lo convierten en el hazmerreír de los filisteos, después de haber sido un gran hombre con una tremenda fuerza extraordinaria se convierte en un simple juguete (Jc 16:25). Preguntémonos esta tarde, a dónde nos ha llevado nuestro pecado o nuestro alejamiento de Dios. ¿Dónde estamos parados hoy, respecto a nuestra relación y compromiso con Dios? La Biblia dice, el que crea estar firme, mire que no caiga (1 Co 10:12). Estos no son tiempos para huir de San Pablo, sino para comprometernos más y más con el Señor.

Pero la vida de Sansón no acaba en derrota sino en el más extraordinario de sus triunfos, porque reconoce su alejamiento de Dios y finalmente se arrepiente (Jc 16:28ss). Aquél día aunque él murió, mato a más filisteos que los que había matado durante toda su vida. ¡Dios restaura la vida de Sansón! Dios quiere restaurar tu vida. Y Sansón aparece como un hombre de fe, cuya fe es digna de ejemplo (Heb 11:32ss).

Pbro. Emmanuel Flores-Rojas.

San Pablo, 20 de abril de 2008.



[1] http://www.jornada.unam.mx/2008/04/15/index.php?section=sociedad&article=040n1soc

*La pintura que ilustra el contenido de este sermón es del pintor flamenco Peter Paul Rubens (28 de junio del 1577-30 de mayo del 1640).









viernes, 18 de abril de 2008

CONSEJOS PARA TU JUVENTUD[1]


“Muchacho, conoce la felicidad, mientras seas joven, y toma temprano las buenas decisiones. Elige tu camino como mejor te parezca, sin olvidar que Dios te pedirá cuenta de todo. No dejes que la amargura se instale en ti, ni la enfermedad en tu cuerpo: ¡juventud y cabellos negros son traicioneros!”.

Eclesiastés 11:9-10, Biblia Latinoamericana.

Introducción:

En una ocasión un hombre dijo: “Cuando era joven deseaba y podía hacer grandes cosas a través de mi vida, sin embargo no sabía cómo hacerlas. Ahora que soy viejo sé como hacer esas grandes cosas, pero ya no tengo fuerzas para realizarlas”. La juventud es una de las etapas más hermosas de la vida; ella representa vigor, energías, sueños, oportunidades, decisiones, pero también inexperiencia. Un viejo dicho dice así: “La juventud es una enfermedad que se cura con los años”. En lo particular no coincido con la idea de que la juventud sea una enfermedad; al contrario, se podría afirmar que en la juventud se dan las etapas más importantes y decisivas de la vida de cualquier persona, y la salud es muchas veces, sinónimo de juventud.

Sin embargo, Dios no forma parte de la vida de muchos de los jóvenes actuales, se cree que la fe en Dios es asunto de o para viejos. El rey Salomón, fue uno de los hombres más sabios de la historia, él es considerado como el autor de buena parte del libro de Proverbios, y también de los libros de Eclesiastés y Cantares. Algunos dicen que las partes del libro de Proverbios de las que es autor fueron escritas durante su juventud, justo antes de alejarse de Dios. Sobre Eclesiastés, se dice que fue escrito durante la vejez de Salomón. Comparando ambas obras, se puede ver en Eclesiastés, a un hombre que después de haber probado todas las cosas habidas de su tiempo y después de haber vivido experiencias de todo tipo; habla finalmente acerca de la vanidad de la vida y de lo inútil de las riquezas. Al final del libro, “el predicador” aparta un lugar a Dios, mencionando el papel que debió tener Dios en su vida y dando consejos a la juventud inexperta sobre cómo vivir vidas felices de la mano de su creador. Salomón nos habla de aspectos importantísimos para nuestra felicidad como jóvenes. He aquí cuatro consejos para los jóvenes:

I. Dios quiere tu felicidad como joven. “Alégrate, joven, en tu juventud; deja que tu corazón disfrute de la adolescencia” (11:9a, NVI).

La Biblia Latinoamérica traduce mejor esta idea, cuando dice: “Muchacho, conoce la felicidad, mientras seas joven, y toma temprano las buenas decisiones” (11:9a). Según está idea -que también traduce bien la Biblia Reina-Valera: “Alégrate, joven, en tu juventud...”- el joven debe buscar la felicidad durante su juventud, pues son momentos decisivos en los que puede disfrutar mejor la vida. El gran predicador inglés, Thomas Chalmers dijo una vez: “Los principales componentes de la felicidad son: Tener algo que hacer, alguien a quien amar y una esperanza”.

En otras palabras, la clave de la felicidad en la vida es un propósito claramente definido para vivirla. Y es precisamente durante la juventud, que se dan las mejores oportunidades para fijarse la razón de la vida y la meta de toda la existencia; pues se poseen elementos importantes y uno de ellos son las energías para lograrlas. Alguien dijo que el motor de nuestra vida es tener un motivo para vivirla, Dios quiere que vivamos vidas felices; es decir, quiere que nuestra vida sirva de algo y a alguien. Qué triste sería la existencia al vivir sólo por vivir, y sin metas que lograr, sin objetivos que llevar a cabo, sin sueños que alcanzar. Una encuesta en los EEUU dice que sólo el 3% de las personas tienen bien definida su razón de vivir. Como jóvenes debemos entender que Dios tiene un propósito para nuestra vida y éste es que le conozcamos, le amemos y le sirvamos, recordando las palabras de Dios que nos invitan diciendo: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos...” (12:1a), antes que se presenten los tiempos difíciles. Recuerden jóvenes, Dios quiere alegrar nuestra juventud, y darle sentido a nuestra existencia. Él quiere ser la razón de ser de nuestras vidas. Así podrás decir parafraseando al salmista: “Subiré hacia Dios, que alegra mi juventud.”

II. Considera a Dios en todos tus caminos. “Elige tu camino como mejor te parezca, sin olvidar que Dios te pedirá cuenta de todo” (11:9b).

Hace 20 años en los Estados Unidos -bueno, eso me contaron, porque para entonces, ni tú ni yo habíamos nacido-, dicen que había un programa de televisión en que las parejas de concursantes trataban de encontrar la salida de un laberinto a fin de ganar el premio de sus sueños. Uno de los dos concursantes se colocaba en el lugar más alto donde se dominaba todo el laberinto, y le gritaba instrucciones a su pareja que corría serpenteando por una serie de paredes, puertas y pasajes secretos. Como es de esperarse, el que gritaba las instrucciones podía ver sin impedimentos todo el laberinto; su parte era determinar el mejor camino a lo largo del laberinto y comunicárselo al otro en voz alta y con rapidez. Lo emocionante y divertido del juego, para los televidentes, era ver la confusión y frustración del corredor que trataba de captar las indicaciones, pero no tiene nada divertido estar atrapado en un laberinto.

Así se encuentran muchos jovencitos que están viviendo actualmente, al encontrarse en un laberinto de oportunidades –pero sin dirección y confundidos-, tratando de comprender los muchísimos mensajes que cada día escuchan de sus profesores, de figuras políticas, de la televisión, de sus padres, y sobre todo, de sus amigos. Todos ellos, de una forma u otra, tratan o buscan dirigir la vida de los jóvenes. Sin embargo, no todas las oportunidades que se presentan en nuestra vida son buenas. Hay que preguntarnos ¿cuáles son verdaderas? ¿Qué camino debemos tomar? ¿Cómo podemos encontrar una salida en medio de toda esta confusión?

Las respuestas pueden variar de acuerdo a la mentalidad, cultura, época o circunstancias de las personas. Sin embargo, Dios sigue siendo la mejor de las opciones para que un joven encuentre el mejor camino para su vida. Jesucristo sigue siendo por excelencia la puerta hacía la verdadera felicidad. Dios trasciende el tiempo, la moral humana y cualquier circunstancia. Por eso, la Biblia dice sabiamente: “Fíate de Dios de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia, reconócelo (tenlo presente) en todos tus caminos y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5ss).

III. Desecha la amargura y el enojo. “No dejes que la amargura se instale en ti,...” (11:10).

Durante esta etapa de tu vida, muchos adolescentes no saben los cambios que están ocurriendo en sus vidas. Son personas inconstantes en sus emociones, el enojo es un elemento común en la gran mayoría de ellos, su enojo obedece a su despertar a un mundo que no concuerda con ellos y buscan cambiarlo con sus acciones y actitudes. El enojo viene como resultado de que sus esfuerzos son casi inútiles, pues todo sigue casi igual. La amargura es una consecuencia de un enojo no resuelto o no manejado adecuadamente, de ahí que Dios invite al joven a desechar el enojo de su vida, pues él sabe que si este no se maneja bien puede acarrear a algo muy dañino como es la amargura. La amargura puede surgir como consecuencia de un familiar que nos lastima, un amigo que nos traiciona, una falsa acusación, una infidelidad de nuestra pareja, etc. Las causas pueden ser muchas, pero la gran mayoría tiene que ver con cosas injustas y en ocasiones fuera de nuestro control. La amargura también es algo que se contagia e invade el corazón hasta hundirlo y contagiar a los que nos rodean. Una persona con amargura es esclava de ese sentimiento negativo y por eso es que necesita libertad. La libertad que sólo Dios puede darnos a través de Jesucristo. La Palabra nos invita a desechar la amargura y el enojo. Ella dice: “quita de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal” (11:10, RV). Así que el mejor remedio contra la amargura es el perdón, la palabra hebrea quiere decir liberar, por eso la versión popular dice: “echa fuera de ti el sufrimiento”. ¡Que maravilla, mientras la amargura se aferra a la ofensa, el perdón se aferra a la libertad, la libertad de los hijos de Dios! (Rm 8:21ss). El perdón es una actitud en la que honestamente reconocemos la ofensa y ella se hace a un lado, nos hace recordar que a nosotros mismos también nos perdona Dios. Él nos perdonó cuando no lo merecíamos y no nos perdona por lo que hagamos o dejemos de hacer, sino por amor a sí mismo, por pura gracia.

IV. Desecha la enfermedad y el sufrimiento. “[No dejes que] la enfermedad [se instale] en tu cuerpo: ¡juventud y cabellos negros son traicioneros!” (11:10b).[2]

La OMS define a la enfermedad como la ausencia de la salud y a ésta, como ausencia de enfermedad. Es muy simple esta definición, y quizá más de un médico ya esté rezongando ahora mismo; pero, para efectos de nuestro sermón nos quedaremos con ella. La aparición de cualquier fenómeno que altere nuestra salud debe ser considerado con mucho cuidado. Sin embargo, durante la juventud, la enfermedad no juega un papel decisivo en la mayoría de las personas jóvenes, es más, los cuidados para mantener nuestra salud son escasos o nulos, pues consideramos que siempre mantendremos este vigor y salud, sin darnos cuenta que la juventud es pasajera.

Existen muchas formas de enfermarse, pero sólo un elemento se encuentra en casi todas las enfermedades: el propio descuido. Por descuido, se dan la mayoría de las veces las enfermedades de transmisión sexual, -ya sé que estarán pensando que se dan porque no usaron condón o preservativo, pero aquí debemos hacer énfasis de que para Dios, “condon o sin don, es fornicación-. La drogadicción, el tabaquismo, el alcoholismo, y los problemas nerviosos (la OMS en Ginebra dijo que los problemas mentales han aumentado en jóvenes en México), son enfermedades o problemas que se originan durante la juventud. Cuando avanzan los años vemos los resultados del descuido en nuestros cuerpos, por ejemplo, infartos por excesivo consumo de grasas, diabetes por alto consumo de azúcares, etc. Y todas estas situaciones acarrean sufrimiento y dolor. No es éste el plan de Dios que vivamos así; Él quiere que sea en la etapa de nuestra juventud cuando tomemos ciertas decisiones de suma importancia y que pueden cambiar nuestro nivel de vida de sufrimiento y enfermedad a uno de calidad y felicidad.

Conclusión:

En la catedral de San Patricio en Nueva York, se encontró el cuerpo muerto de un mendigo, pero en el interior de sus bolsillos se encontraron estados de cuenta bancarios con suficiente dinero para solventar las necesidades de ese hombre para toda su vida. Se habló mucho del mendigo millonario, nadie supo porque no hizo uso de esos recursos para vivir mejor. De la misma forma, muchos seres humanos viven mendigando en la vida y viviendo como este hombre, cuando en su interior, Dios ha colocado los recursos necesarios para vivir una vida feliz y plena. Dios en su infinita misericordia se ha revelado a todos en la persona de Jesucristo y en él, Dios nos da todas las cosas para encontrar la verdadera felicidad. Joven acércate a Jesús y él hará en ti una vida maravillosa. Él dice en su palabra, “...yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn 10:10). ¿Quieres plenitud de vida para ti? Acércate a Jesús, él es “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14:6). Amén.


Pbro. Emmanuel Flores-Rojas.

Cuernavaca, Morelos, 19/04/08.


[1] El presente sermón, no lo preparé yo completamente, sin embargo me pareció interesante y por eso lo comparto con ustedes, con leves modificaciones que me parecieron pertinentes. El autor es el pastor Gerardo González Cruz.

[2] La Biblia de nuestro pueblo dice: “Rechaza las penas del corazón y aleja los dolores del cuerpo: niñez y juventud son efímeras” (11:10).